“Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37) En los primeros días de la Cuaresma las lecturas y oraciones de la Liturgia nos insistían en la necesidad de la conversión; al final de este tiempo cuaresmal, y por supuesto, en la Semana Santa, la Iglesia nos invita a contemplar de manera más explícita a Cristo en su Pasión. Lo cual, por otra parte, constituye la esencia de la conversión, que consiste en dar la espalda a los ídolos mundanos para, en cambio, dirigir nuestra mirada hacia el Redentor. Sí, estamos llamados a contemplar al “más bello de los hombres” (Sal 44,3), en esa belleza paradójica del Siervo de Yavé al que Isaías vio “sin figura, ni belleza, sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultaban los rostros, despreciado y desestimado” (Is 53,2s). |