, el Señor Jesús, que lavó los pies a sus discípulos, quiere purificar nuestros corazones con su Sangre preciosa, derramada en la Pascua. Si nos dejamos lavar por Él, seremos liberados progresivamente del pecado que nos ata e impide amar. Y es que el hombre está hecho para entregarse en amor, pues ha sido creado a imagen de Dios, Amor por esencia. Ahora bien, para darse hay que poseerse en libertad, y bien sabemos que muchas veces chocamos con una misteriosa fuerza que nos impide hacer lo que quisiéramos; una esclavitud interior que San Pablo expresó con vehemencia: percibo en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Rm 7,23s). El propio Apóstol responderá enseguida que es Jesucristo el único capaz de realizar esa liberación, como había anunciado el mismo Señor: Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8,31-32). En efecto, la Verdad, que esencialmente es la misma persona de Cristo Resucitado y Vivo, nos ha obtenido la gloriosa libertad de los hijos de Dios (Rm 8,21), redimiéndonos de nuestra esclavitud al pecado y al príncipe de este mundo (Jn 14,30), y comunicándonos -de manera particular a través de los sacramentos- la gracia que realiza progresivamente nuestra santificación. (...) ¡Esa es la Buena Noticia que proclama la Iglesia en Pascua, la certeza de la victoria del amor de Cristo sobre el mal! Una victoria que Radio María lleva anunciando en España más de 25 años, contribuyendo a la libertad y alegría de muchos que han acogido este mensaje. Con tu ayuda lo seguiremos haciendo, bajo la protección de la Inmaculada Virgen María, que recibió la plenitud de gracia y liberación del pecado en su misma concepción. La que se llamó a sí misma la Esclava del Señor es en realidad la más libre, pues no tiene atadura alguna al pecado que le impida amar a todos. Por ello, intercede ahora por nosotros como hizo en Caná, para que recibamos la alegría del mejor vino, el que celebra la libertad para amar al modo divino, pues para la libertad nos ha liberado Cristo (Gal 5,1). ¡Santa y feliz Pascua de Resurrección! P. Luis Fernando de Prada |